Familia: Turdidae
Género: Monticola
Especie: Monticola solitarius (Linnaes, 1758)
Pretender observar de cerca al roquero solitario e intentar captar su imágen en nuestra reflex digital no resulta nada fácil. Esta preciosa ave perteneciente a la familia de los tordos, que a veces puede resultar confundida con el Mirlo común por su color oscuro y parecido tamaño, aunque a diferencia de éste último ocupa hábitat diferentes, puede ser observada en roquedos, pedrizas, acantilados, canteras abandonadas y cortados rocosos situados desde el nivel del mar hasta los 2.000 metros de altitud. Posee un plumaje gris azulado en el cuerpo y negro y pizarroso en alas y cola, cuya intensidad se acentúa durante la época de reproducción. La hembra, a semejanza de los jóvenes, presenta un color pardo azulado por encima con partes inferiores jaspeadas de blanco. Tiene un canto sonoro aflautado, en breves estrofas, con sonidos similares a los que produce el Mirlo común y el Trepador azul. Suele anidar durante los meses de abrill y mayo, construyendo sus nidos en los huecos y grietas de las rocas, a base de musgo, hierbas y raices muy finas, donde depositará de 3 a 5 huevos. Se alimenta de una gran variedad de insectos y pequeños innvertebrados, además de bayas y otros tipos de vegetales. En nuestro municipio, a pesar de su fama de solitario, está bién representado, pudiendo ser avistado por todos los farayones rocosos que pueblan nuestras sierras. En cualquier caso, y aunque el Roquero solitario no sea una especie en peligro de extinción, hay que decir que su seguridad está amenazada, pues actividades como la presión urbanística en zonas de montaña, la escalada cerca de sus nidos o la caza desafortunada posibilitan el descenso de sus números. En la actualidad su censo en nuestro pais está estimado por encima de las 10.000 parejas.
