Hace ahora dos años la sociedad de cazadores de Illora (Granada) realizó la construcción de una serie de charcas repartidas por las sierras de Madrid y Pelada. En concreto eran cuatro charcas. Estaban situadas formando un rosario en el interior de dichas sierras. La naturaleza caliza de las mismas hace casi inviable los afloramientos de agua superficial en el interior de estas sierras, aunque los manantiales y arroyos son frecuentes en su área perimetral.
Aunque en un principio las charcas estaban pensadas para el abastecimiento de agua a las especies cinegéticas, otras muchas se aprovechan de ellas. Hemos censado mas de cuarenta especies de aves y algún reptil que también se ha observado beber en verano.
La colonización en la segunda temporada desde que se construyeron nos anima a pensar que estas actuaciones deberían de tenerse mas en cuenta y que otros colectivos afines deberían ponerlas en practicas en otros cotos.
Las charcas están cerradas al paso del ganado y los jabalíes con malla cinegética y su interior tapizado de piedra caliza de la zona. Las balsas mantienen agua de lluvia practicamente todo el año y la zona es potencial para ser colonizada por otros anfibios localizados en las estribaciones, entre ellos el sapo partero bético, una especie catalogada de vulnerable en Andalucia.
El sapo común es una de las pioneras en colonización de charcas, entendemos que por su tamaño y capacidad de movimiento que no suele superar los dos kilómetros en ninguna de las especies, pero como sugiere Ricardo Reques, (coordinador del SARE en Andalucia Occidental), esto puede ser diferente en ambientes mediterraneos mas secos.
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